En el corazón del Valle del Tiétar, rodeado por la imponente Sierra de Gredos, se alza el Castillo de Mombeltrán, una joya medieval que guarda siglos de historia y que hoy se puede recorrer de la mano de guías apasionados como Álvaro, que convierte la visita en un auténtico viaje en el tiempo. Si estáis pensando en hacer una de esas escapadas en familia que combinan cultura, historia y naturaleza, este castillo es una parada imprescindible dentro de las rutas con encanto por los pueblos de Ávila.
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Una ruta a las Cinco Villas abulenses

Nuestra visita al castillo formó parte de la ruta por las Cinco Villas abulenses: Mombeltrán, Cuevas del Valle, Villarejo del Valle, San Esteban del Valle y Santa Cruz del Valle. Todos ellos son pueblos de Ávila con encanto, situados en un entorno privilegiado, con calles empedradas, casas tradicionales y un ambiente tranquilo perfecto para desconectar del día a día.
Entre todas las paradas, el Castillo de Mombeltrán fue sin duda el plato fuerte de la jornada, porque pocas veces se tiene la oportunidad de recorrer una fortaleza medieval prácticamente intacta, sentir sus muros centenarios y descubrir historias que marcaron la historia de Castilla.
La visita guiada por el castillo de Mombeltrán: un viaje al siglo XV
Cuando pensamos en castillos, solemos imaginarlos en lo alto de un cerro, con una subida empinada y difícil. Sin embargo, el Castillo de Mombeltrán sorprende desde el principio. Se accede desde un pequeño parque lleno de encanto, adornado con banderines de ganchillo que los vecinos han colocado en los árboles, creando un ambiente festivo y acogedor. Allí mismo hay kioskos donde refrescarse o tomar un tentempié antes o después de la visita, lo que lo hace muy cómodo para familias con niños.
Desde este parque se sube por una rampa hasta la puerta del castillo. La entrada actual, de estilo renacentista, no es la original. Se cree que fue construida en el siglo XVIII, cuando la fortaleza perdió su función defensiva y se transformó en un palacio residencial al servicio de los Duques de Alburquerque.
Lo que más llama la atención es que el castillo no está reconstruido en exceso. Se conserva prácticamente tal cual era en el siglo XV, con sus sillares, columnas, escaleras y muros originales. En la actualidad se están realizando obras de rehabilitación y mejoras de seguridad, pero el visitante sigue teniendo la sensación de estar caminando sobre piedras que han visto pasar cientos de años de historia.
Tras atravesar la puerta principal llegamos a un pequeño patio de armas, centro de la vida del castillo. Justo debajo se encuentra el aljibe, que todavía conserva agua. Allí se puede observar un pozo que descansa sobre arcos de ladrillo, un ejemplo perfecto de la arquitectura defensiva y de abastecimiento de la época.
Frente al patio se alza imponente la Torre del Homenaje, uno de los elementos más fascinantes de la fortaleza. Desde fuera se aprecia como una torre redonda, pero al entrar se descubre que su planta interior es cuadrada. En su interior encontramos una enorme columna hexagonal que se eleva hasta la bóveda y se ramifica en nervios de piedra que recuerdan a una palmera. Álvaro explicó las diferentes hipótesis sobre su función: ¿era un elemento meramente arquitectónico? ¿O tenía un simbolismo religioso o estético?
Uno de los momentos más emocionantes de la visita fue la subida a la Torre del Homenaje. Hay que hacerlo con cuidado, ya que el castillo aún no cuenta con las mismas medidas de seguridad que otros monumentos más turísticos. Si vais con niños, es recomendable sujetarlos de la mano y subir despacio, disfrutando del recorrido.
El esfuerzo merece la pena, porque desde lo alto se obtienen unas vistas espectaculares: hacia un lado, la Sierra de Gredos, majestuosa y verde; hacia el otro, las antiguas tierras del Duque de Alburquerque, que en su época se extendían hasta San Martín de Valdeiglesias. Es un lugar perfecto para detenerse, respirar hondo y dejarse llevar por la imaginación: batallas, caballeros, damas y reyes que un día cruzaron estos mismos muros.
Curiosidades y detalles del castillo de Mombeltrán que enamoran
Álvaro sabe captar la atención de los visitantes con pequeñas historias y curiosidades. Por ejemplo, el misterioso balcón que se encuentra en una de las fachadas del castillo: ¿era un lugar de descanso? ¿Tenía un uso defensivo? ¿O simplemente respondía a un capricho estético?
También nos explicó los escudos que decoran algunas paredes, símbolos del linaje y de la importancia política de quienes vivieron aquí. Y como colofón, nos habló del vínculo del castillo con Isabel la Católica, que estuvo muy unida a la familia de los Duques de Alburquerque. De hecho, visitar este lugar es revivir en cierto modo los episodios que más tarde dieron origen a la serie Isabel, que muchos seguro recordarán.
En total, la visita dura unos 45 minutos, aunque el recuerdo perdura más.
Pueblo de Ávila con encanto que puedes visitar cerca del castillo de Mombeltrán
Después de visitar el castillo, por estas tierras abulenses hay rincones preciosos a los que merece la pena acercarse y que están muy cerquita: alrededor encontraréis naturaleza, gastronomía y un ambiente rural que convierte la experiencia en una escapada completa.
Mombeltrán
Punto de partida con la visita al Castillo de Mombeltrán y un paseo por su casco histórico. Perfecto para sumergirse en la historia medieval y abrir boca con la aventura.
Cuevas del Valle (a 5 km)
Un precioso pueblo con encanto, ideal para perderse por sus calles empedradas y disfrutar de las vistas al Puerto del Pico. Los niños disfrutarán buscando las fuentes y rincones curiosos del pueblo.
Arenas de San Pedro (a 10 km de Mombeltrán)
Aquí podéis visitar el Castillo del Condestable Dávalos, conocido como el Castillo de la Triste Condesa. Además, en las afueras se encuentran las Cuevas del Águila, un plan que entusiasma a los peques por sus estalactitas y estalagmitas. Y si es verano, refrescarse en sus piscinas naturales.
Villarejo del Valle y San Esteban del Valle (entre 5 y 8 km)
Son dos pueblos pequeños y tranquilos, perfectos para pasear en familia y hacer una parada gastronómica en alguno de sus bares o mesones.
Santa Cruz del Valle (a 6 km de Mombeltrán)
Conocido como “la Andalucía de Ávila” por su microclima y su aspecto blanco y soleado, es un lugar ideal para terminar la ruta y relajarse con calma.