Naturaleza e historia se unen en esta excursión cerca de Madrid, concretamente en el pueblo abulense de El Tiemblo, apenas a una hora y media de la capital. El Monasterio de San Jerónimo de Guisando es un perfecto para hacer una ruta de senderismo y conocer un lugar con grandes secretos.

Primera parada: los Toros de Guisando

Monasterio de San Jerónimo de Guisando

La historia de el Monasterio de Guisando se remonta al año 1735, cuando fue fundado por la Orden de San Jerónimo. En la actualidad, no es un monasterio plenamente activo, sino un conjunto monumental rodeado de árboles y silencio que se disfruta a través de visita guiada.

Por motivos de conservación y seguridad, no está permitida la visita libre. El Monasterio de San Jerónimo de Guisando es miembro de la Red Nacional de Patrimonio Histórico, Castillos y Palacios de España.

En la página web del mismo podrás encontrar toda la información. Las entradas tiene un precio alrededor de 12 euros (menores de 14 años gratis si van acompañados).

Toros de Guisando

Para acceder a este rincón uno, lo mejor es aparcar el coche cerca del pueblo, junto a los míticos Toros de Guisando, las enigmáticas esculturas vetonas que custodian la entrada al camino. Cuando vayas a adquirir tu entrada para el monasterio, pregunta por la visita a los Toros de Guisando.

Desde este punto, puedes subir andando por un sendero de encimas y pinos alrededor de unos dos kilómetros. El camino se hace muy agradable (llevar zapato cómodo)  y podéis pasar para respirar aire puro y ver las vistas. ¡No te arrepentirás! 

Es un recorrido muy reconfortante y nada exigente, con buena sombra y sorpresas en algunos tramos. ¿Quién será el primero en ver una ardilla?

Pero si creéis que puede ser mucho, a la hora de comprar los tickets preguntad por el coche lanzadera que te deja justo en la puerta del monasterio.

Visita al monasterio de Guisando

Ruta de cerca de madrid

La mayor parte de la visita a este conjunto está en estado de ruinas o parcialmente restaurado, algo que lo hace más encantador y  misterio. El entorno es tan tranquilo, tan distinto al bullicio de la ciudad que inmediatamente cambias el ritmo y te pones en modo off.

La visita es guiada y muy amena. El guía sabe combinar datos históricos con anécdotas que despiertan la imaginación de los más pequeños: les cuenta que los monjes vivían aquí en silencio (en este época no había móviles), cultivaban su huerto y pasaban días enteros copiando libros a mano. Además, hay una sala de audiosivuales en la que se proyecto un vídeo para contextualizar la visita.

Entre los lugares más interesantes está la iglesia principal, con sus muros en pie y los arcos apuntando hacia el cielo; el claustro, donde todavía se adivina la forma del jardín interior con columnas de estilo romántico; y las antiguas cuevas de los ermitaños, un rincón que a los niños les encanta explorar.

Dichas cuevas han recibido distintos nombres. En un primer momento bautizaron a la cueva como la Cueva de Belén. Posteriormente se la llamó Virgen de la Cueva. Y ya a finales del siglo XV se bautizó como Cueva de San Patricio, quizá por la emigración procedente de Irlanda de aquella época.

Quizás lo que más nos llamó a todos al principio fue la conocida como Casa de los Legos. ¿Qué te lleva a pensar a ti? Por un momento llegamos a pensar que tenía relación con los montones de bloques que tenemos que la habitación de mi hija pequeño, pero, como imaginábamos, nada más lejos de la realidad.

Se trata de la edificación más antigua de todo el conjunto. Ésta era la casa de labor de Juana Fernández, noble castellana que vivía en Ávila y que también juega un papel fundamental en la historia del monasterio. De ella nos encantó el pórtico, creado con las columnas del claustro de Novicios.

¿Quieres saber a qué obedece su nombre? Era el lugar donde vivían los hermanos legos, miembros de órdenes religiosas que se dedicaban a trabajos manuales y seculares para que los monjes del monasterio pudieran dedicarse a la vida contemplativa.

Otras dependencias que se pueden visitar son la cocina y el antiguo refectorio, donde comían los monjes. Allí se conservan las escaleras para el puesto del lector y sus arcos.

Consejos para visitar el monasterio de Guisando

Ruta en el pueblo de El Tiemblo

Después de esta visita (dura solo por la mañana), tienes varias opciones para comer o para moverte por la zona. Si vas en otoño, una buena opción es acercarse al Castañar de El Tiemblo, una de las rutas de otoño más bonitas de la zona.

Si vais en primavera, la mejor opción es el pantano del Burguillo. Si hace buen tiempo, podéis alquilar kayaks. Y si fuera verano, echa el bañador y la toalla y dirígete al Pantano de San Juan, en San Martín de Valdeiglesias, a darte remojón

Si vas al monasterio de Guisando desde Madrid, notarás que la temperatura desciende unos cuántos grados, así que como consejo, llévate siempre algo de abrigo (más fino o más gordo) porque no te va a molestar.

Y otro consejo: zapato y calzado cómodo.

conoce el monasterio de guisando