Hay restaurantes que enamoran a primera vista. Y eso lo que nos pasó en nuestra visita a Giulietta Madrid, un restaurante italiano informal y acogedor.  Como suele pasar cuando probamos sitios nuevos, no sabíamos muy bien qué esperar. Pero tenemos que decir que es uno de los restaurantes para familias en los que hemos estado tan a gusto y hemos comido muy bien. 

Giulietta Madrid: un rincón italiano lleno de encanto (y un toque de magia)

Empecemos con las presentaciones. Giulietta es un auténtica trattoria en Madrid. Cocina casera, precios económicos y recetas tradicionales y con un ambiente muy relajado.

El local es luminoso, amplio y decorado con gusto. Las mesas están bien distribuidas, hay espacio para las familias y, sobre todo, hay un ambiente animado sin llegar a ser ruidoso. Incluso tienen como un reservado si vais un grupo numeroso y una terraza acristalada, ideal para esa época del año que los rayos de Sol empiezan a calentar.

Nosotros que siempre sacamos la lupa y nos fijamos en esos detalles que suman, lo primero que nos llamó la atención fueron las servilletas de cuadros. Sí, esas servilletas verdes y blancas que te transportan directamente a la Italia más tradicional. Tan bonitas que, lo confesamos, ¡casi nos las llevamos a casa! 

Pasta y pizza hechas a la vista en este original restaurante en Madrid

La carta de este original restaurante en Madrid es amplia y muy apetecible. Desde los clásicos italianos —como la lasaña, los gnocchi o los tagliatelle— hasta pizzas para todos los gustos, carnes, ensaladas y postres irresistibles. Pero lo mejor es que los platos son generosos, tanto que salimos todos más que satisfechos.

Probamos varios platos para compartir y no hubo ninguno que no nos gustara, aunque hubo algunos que ganaron por goleada. ¿Adivinas? La lasaña clásica (una de para niñas es más que suficiente si pedís un entrante para todo y luego postre) se alzó con el primer puesto, seguido de las tallarines con chipirones encebollados y el tercer lugar quedó la pizza. Eso sí, la votación estuvo muy reñida. 

Por cierto, una de las cosas que más disfrutamos fue ver cómo nos servían las pastas y cortaban las pizzas justo delante de nosotros.

Uno de los momentos del día fue cuando nuestras hijas probaron carpaccio por primera vez. ¡Todo un hito familiar! Lo miraron con cierta desconfianza al principio, pero se animaron a catarlo. No podemos decir que se hayan enamorado del plato, pero al menos dieron el paso. Y eso, para unos padres que intentan abrir el paladar de los niños poco a poco, ya es un avance importante.

A nosotros nos pareció delicioso: fino, bien aliñado y con un sabor muy equilibrado. Tal vez no sea el plato más llamativo para los más pequeños, pero sí una buena oportunidad para que amplíen horizontes desde el punto de vista gastronómico. 

Magia en la mesa

La sorpresa final llegó en forma de… ¡magia! Todos los sábados del mes de noviembre en Giulietta hay un mago que se pasa por las mesas y hace pequeños trucos que dejan a los niños —y también a los adultos— con la boca abierta.

Fue un momento divertidísimo. Las niñas se quedaron fascinadas, pero papá estuvo tratando de descubrir cómo lo hacía durante toda la comida. 

Hay que reconocer que este tipo de experiencias hace que la salida a comer fuera de casa con niños sea mucho más que una comida. Se convierte en un plan en familia completo, con entretenimiento incluido.